Proyecto
en la ANTÁRTIDA
Hoy en
día uno de los mayores retos a los que se enfrenta el
conocimiento humano es profundizar en el entendimiento y gestión
adecuados de los ecosistemas para un desarrollo sostenible, cuyo
correcto funcionamiento permite la vida en el planeta. Para este
fin, los científicos e ingenieros han de adaptar rápidamente
las nuevas tecnologías con el propósito último de dar
respuestas fiables a los acuciantes problemas derivados de una
incorrecta gestión de dichos ecosistemas.
El
problema se torna más grave cuando hablamos del mar. Los
ecosistemas marinos son, con diferencia, los grandes
desconocidos en muchos aspectos. El medio acuático no es
nuestro medio, y abordar estudios bajo el agua siempre es mucho
más problemático que abordar estudios en tierra. Sin embargo,
las nuevas tecnologías poco a poco se han ido abriendo camino
para poder llegar allí donde antes no se podía, experimentar
allí donde era imposible, observar allí donde antes no era ni
tan sólo imaginable el poder hacer un análisis serio debido a
los problemas de introducirse en un medio del que todavía no
tenemos el dominio. Además, las nuevas tecnologías tienden a
ser más selectivas y mucho menos agresivas. Poco a poco se ha
ido substituyendo la draga y el arrastre en el fondo del mar
para determinar cuantos individuos y de qué tallas son por imágenes
proporcionadas por ROV (Remote Operated Vehicle = Vehículo Operado por Control Remoto). Además,
muchos de estos aparatos tienen la capacidad de recolectar
selectivamente (sea a través de pinza, pala u otra extensión
del aparato) organismos que pueden ser interesantes. Esta
recolección selectiva permite por otro lado mantenerlos vivos
en condiciones inmejorables, lo que a su vez es óptimo para el
estudio de su biología (alimentación, respiración, etc.) en
condiciones controladas.
Uno de
los grandes problemas de los ROV utilizados hasta el
momento es su tamaño y poca maniobrabilidad. De hecho, la mayoría
de ellos están pensados para alcanzar grandes profundidades a
veces en lugares extremos como la Antártida, por lo que la
puesta a punto y su posterior manejo son muy complejos. Sin
embargo, una empresa catalana ubicada en Cerdanyola (PRAESENTIS
S.L.) asumió el reto de crear un ROV (Bleeper)
mucho más manejable para poder abordar aquella franja en la que
los ROVs más voluminosos y pesados no se rendían útiles. En
el caso de un sistema extremo como la Antártida, un ROV como
Bleeper, capaz de captar imágenes submarinas que pueden ser fácilmente
grabadas en vídeo digital, puede
ser muy útil para equipos de trabajo muy diversos.
El
17 de Noviembre del 2003 un equipo de científicos de diferentes
instituciones españolas (Institut de Ciències del Mar- CSIC,
Facultat de Biología- UB, Institut de Ciencias i Tecnología
Ambientals-UA, Facultad de Biología-US) nos embarcamos en el
buque rompehielos Polarstern (AWI-Alemania) en la expedición
ANT XXI/2 rumbo al mar de Weddell. Era un reto para nosotros el
comprobar si el aparato podía navegar en las aguas más frías
del planeta (entre los -2.0 y los -0.5 ºC en esta época del año),
bajo el hielo, con fuertes corrientes y sometido a muy bajas
temperaturas en el exterior (hasta -15ºC en el lapso de tiempo
de campaña transcurrido.
El
grupo que estudia las focas, pingüinos y ballenas, vista la
extrema maniobrabilidad del aparato, su bajo consumo y sobre
todo su fácil carga, decidieron llevárselo a su campamento en
el hielo (Dresher Inlet) desde donde lo introducirían en las
grietas para ver si era capaz potencialmente de servirles de
herramienta en sus observaciones y experimentos con estos
animales. Por otro lado, la visión más práctica del capitán
nos hizo entender que el Bleeper podía ser
utilizado como herramienta esencial en un buque rompehielos como
el Polarstern, sirviendo de ojos a la tripulación en el caso de
que el casco, los filtros o las hélices pudiesen sufrir algún
desperfecto o avería.
Montamos rápidamente el equipo (en menos de quince minutos
estaba en el agua), lo que sorprendió gratamente a los expertos
en robótica alemanes que tenían que emplear más de dos horas
en montar el “Cherokee”, un ROV pensado para alcanzar
grandes profundidades. Uno de los especialistas en plancton, el
profesor Claude de Broyer, rápidamente quiso probar el pequeño
aparato bajo la placa de hielo para poder hacer transectos en
los que se viese la vida bajo la lámina helada.
Así
pues nos pusimos manos a la obra y conseguimos hacer penetrar
sin dificultades el aparato. Los transectos pueden servir muy
bien para calcular densidades de animales e incluso tamaños, así
como analizar las agregaciones bajo el hielo de algas de las que
viven los organismos en ese peculiar e imprescindible sistema
del continente Antártico (y Ártico). Se pudo demostrar que el
aparato era muy versátil y desde luego muy preciso, adapto
entonces para ser utilizado en este tipo de estudios también.
También
el capitán decidió hacer la prueba en la que el Bleeper
era sumergido para ver el casco del Polarstern. El amplio campo
de visión abarcado y la óptica permitieron ver al detalle una
parte de la obra muerta de la embarcación, demostrando la gran
versatilidad del aparato.
El
gran reto en Ciencias del Mar es poder avanzar en técnicas que
permitan una rápida respuesta a problemas concretos. La
construcción de nuevas tecnologías al alcance de cualquier
grupo de trabajo científico, ingenierístico o técnico han de
ser objetivo primordial de empresas como PRAESENTIS
S.L., empresas que sean capaces de dar herramientas
avanzadas y de fácil manejo para resolver problemas a
diferentes escalas de complejidad (desde revisar la carena de un
barco a hacer transectos del fondo del mar para analizar la
estructura de sus comunidades), espacio (desde un trabajo a
microescala espacial observando uno o varios puntos concretos
hasta abarcar amplios rangos de profundidad y grandes
distancias) y tiempo (desde trabajos puntuales en los que se
busque analizar pautas y objetivos puntuales o ciclos
circadiarios de actividad hasta cámaras fijas que permitan análisis
de largas series temporales).
Así
pues, tras el indudable éxito conseguido en las condiciones más
extremas por el aparato, nuevos retos esperan al
pequeño Bleeper en el futuro, no olvidando
que su versatilidad puede permitir una aplicación variada en el
espectro científico y técnico a problemas y proyectos
concretos.
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