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Septiembre 2005

   

"Aventureros del Mar" de Guillermo Altadill

  

   Para narrar algunos de los hitos de la navegación a vela vistos desde el prisma de la experiencia, Editorial Aguilar se une a Guillermo Altadill y Javier Ortega para presentar su nuevo libro “Aventureros del Mar”.

   Un compendio de saber práctico, técnico e histórico narrado en cuatro capítulos donde se ven entrelazados el pasado histórico de la navegación con experiencias vividas por Altadill a lo largo de su carrera.

   “He elegido este modo de narrar porque considero que el mar y lo que depara a quienes nos adentramos en él de alguna manera nos hermana por encima del paso del tiempo” declara Guillermo Altadill al referirse al estilo narrativo utilizado en el libro.

   En esta obra Guillermo Altadill se une al guionista y escritor de documentales Javier Ortega para trasladar al papel anécdotas sentidas en propia piel.

 

"me pareció que ustedes eran
los transgresores del planeta,
los descubridores del mar"
Pablo Neruda

   Esta cita del genial chileno encabeza una obra que también es mezcla de verdad poética y verdad científica e histórica porque consiste en la narración de algunos de los hitos fundamentales de la navegación a vela, una de las artes más hermosas y audaces que cabe enmarcar dentro de la relación fascinante entre el hombre y el mar.

   Aventureros del mar se estructura en cuatro capítulos temáticos en los que siempre se van entrelazando pasado histórico y experiencias vividas por Guillermo Altadill a lo a lo largo de su carrera, quien apunta: "He elegido este, sólo en apariencia caótico, modo de narrar porque considero que el mar y lo que depara a quienes nos adentramos en él de alguna manera nos hermana por encima del paso del tiempo..."

   Un glosario de términos relacionados con la navegación y una práctica bibliografía culminan el texto.

 

Abrir los mares

   Un inquietante y violento crack proveniente de la pieza que soporta todos los esfuerzos a los que está sometido el barco —y cuya rotura significaría el desplome sobre cubierta del mástil de 42 metros, con sus tres toneladas de velas y jarcia— escuchado por Guillermo Altadill a bordo del Cheyenne abre el relato como metáfora de la imprevisibilidad de la vida marinera ("el mar nos demuestra que, entre sus muchas cualidades, está la de infalible descubridor de puntos débiles"); pero también de que nunca se debe abandonar.

   ("Never, never give up"), si se quiere batir un récord. En esa máquina ultrasofisticada preparada para volar sobre los océanos, se había embarcado hacía 50 días, partiendo del Canal de la Mancha, para batir el récord del mítico Orange que, patroneado por Bruno Peyron dio la vuelta al mundo sin escalas en 64 días y ocho horas. Cómo salieron de semejante atolladero y los alucinantes y a menudo lastimosos detalles de la vida a bordo esperan al lector que se adentre por esta primera parte del libro.

   A menudo la narración de esas experiencias límite le sirven a Guillermo Atadill para enlazar con la narración de algunas de las proezas históricamente más trascendentales, entre ellas la primera vuelta al mundo, culminada por Fernando de Magallanes en 1522; la más grande en un siglo de por sí lleno de fértiles hazañas marítimas "que sobrepasó en todos los aspectos —moral, intelectual y físico— a las de Vasco de Gama, Colón o Vespuccio"). Los matices más prosaicos de esta profesión (como las dificultades para encontrar financiación, que finalmente le concedió el monarca español), la configuración de las cuatro naos que le fueron asignadas y sus tripulaciones, el peligro de toparse con sus antiguos compatriotas ("bastante interesados en colgarle lindamente de una verga"), cómo logró hábilmente solventar un botín... son sólo el preámbulo de una aventura fascinante, cuyos pormenores de navegación se cuentan de un modo comprensible y atractivo hasta para el lector "de secano". Y al hilo de lo fundamental, el autor inserta a lo largo del libro digresiones muy interesantes sobre diferentes aspectos de la vida en el mar (por ejemplo, la historia abreviada del terrible escorbuto, azote histórico de la marinería, incluidas las propiedades vitamínicas de la carne de rata para prevenirlo).

   El capítulo se completa con una exposición de la importancia del aparato técnico en la navegación de todos los tiempos ("Astrolabios y ordenadores").

 

Los marinos sabios

   El capítulo comienza con la explicación del nuevo contexto de la navegación desde el siglo xvi (que abre un periodo de extraordinario desarrollo para la marina): Tras el Descubrimiento de América y la apertura de la ruta del Este doblando por el cabo de Buena Esperanza, se dirime el todo en los siglos posteriores, como resumió el corsario inglés Walter Raleigh: "El que domina el mar domina el comercio mundial; el que domina el comercio mundial domina las riquezas del mundo". Docenas de expediciones marítimas parten en busca de comercio, botines y conocimientos científicos, dirigidas por avezados e intrépidos marinos. Se acaba estableciendo un modelo "un tanto peculiar y violento de distribución de la nueva abundancia: españoles y portugueses explotaban las riquezas de las tierras recién descubiertas, mientras que franceses e ingleses, sobre todo, se dedicaban a 'explotar' los barcos en los que esas riqueza viajaban a Europa" (de hecho desde el s. xvi se reglamentó la 'escolta' a los barcos de la Armada Real que viajaban a América).

   En este capítulo también se narra la historia de algunos de estos "marinos sabios", de tan distinta ralea y motivación: aventureros, vividores, patriotas y gente con una infinita sed de conocimiento o de gloria; son los protagonistas de la navegación, cuyas hazañas a menudo fueron motivadas por "Una cuestión personal". Tal es el caso de Francis Drake (Francisco Dráquez), para los españoles pesadilla de los mares, corsario despiadado, fundador del comercio de esclavos; para los ingleses héroe sin parangón (a quien Isabel I concedió el título de Sir), "inspirado" por un odio infinito a nuestro país. Al hilo de su historia el autor repasa la de la navegación española durante el Imperio "donde no se ponía el Sol" de un Felipe II que, obviamente aborrecía a Drake y que cedería su poder en los siglos siguientes a Inglaterra (aupada por la Navigation Act en el comercio y la Royal Navy en la guerra). La supremacía inglesa a partir del siglo xvii fue acompañada de una serie de grandes descubrimientos (Robert Hooke con la Royal Soc.), de un enorme desarrollo de la construcción naval (la era del galeón y de las grandes escudras) y, fundamentalmente en el siglo xviii, un avance científico sin precedentes.

   Otra vida históricamente trascendental es la de James Cook, a quien el autor denomina como "el descubridor negativo", pues el gobierno inglés le encargó que dirigiera una expedición (a bordo del navío carbonero Endeavour y con poquísimos medios técnicos) que, bajo el pretexto de hacer observaciones astronómicas, se dedicara verdaderamente a buscar la famosa Terra Incógnita, que a los gobernantes les "hacía salivar ante las posibilidades políticas y económicas que podía ofrecer a una pujante potencia mundial". Pero como cuenta el autor "Lograr el éxito en un descubrimiento negativo, es decir, probar que algo no existe, es mucho más arduo y agotador que triunfar buscando un objetivo conocido". A lo largo de sus viajes Cook circunnavegó el planeta y, además de casi descubrir el continente antártico y de dejarse la piel en la búsqueda del paso del Noroeste, recolectó una ingente cantidad de muestras y datos geográficos y científicos para mayor desarrollo y gloria de su Inglaterra, que lo honró y condecoró antes de que fuera asesinado y descuartizado por una estúpida reyerta en Hawai.

   Tampoco tiene desperdicio la vida del oficial de la Marina Real española Alejandro Malaspina quien, apoyado por Carlos III ofreció a su gobierno un "increíble cúmulo de nuevos conocimientos en las más diversas ramas de la ciencia". Las circunstancias lo convirtieron en el chivo expiatorio de la España absolutista: fue pagado con la cárcel y el exilio. Su historia permite que el lector conozca la de nuestro país por esas infaustas fechas.

 

Lobos de mar

   Acompañando en su cotidianidad a un supuesto Pedro, Peter o Pierre (albañil o carpintero, es decir, ignorante de la mar o halacabuya) que se hubiera enrolado de forma casual, a lo largo de este capítulo conocemos la vida "real" y tremendamente dura de la navegación en siglo xviii. La vida de los humildes de a bordo en las cubiertas inferiores en condiciones sanitarias infrahumanas (tifus, paludismo, ratas, raciones miserables y putrefactas) la dureza de los trabajos y la jerarquía inamovible y clasista presidida por la figura plenipotenciaria del capitán (castigos físicos, latigazos, humillaciones, la horca); el horror del 'zafarrancho de combate'.

Se nos cuenta también en este entretenidísimo capítulo la evolución del galeote hacia el navío y el navío de línea (la táctica más empleada en combate en esta era de la guerra a vela) a lo largo de los siglos xvi y xvii ("Las fortalezas del mar") y la irrupción y posterior desarrollo de la fragata, así como la vida de uno de los marinos más extraordinarios del siglo XVIII, Thomas Cochrane, a bordo de su humilde pero legendario bergantín, el Speady, o la no menos fascinante historia de María la gorda, quien fue abandonada en un rincón de Cuba en plena edad de oro de la piratería en América y que, llena de redaños e inteligencia, convirtió ese inhóspito lugar en refugio dionisiaco de filibusteros, bucaneros y corsarios de toda ralea (de muchos piratas se nos da noticia en esta parte del libro; destacan Jean Fleury y François Le Clerc, alias Pata de Palo).

 

El océano del Sur

   La última parte de Aventureros en el mar comienza con las aventuras del Fortuna extralights en la competición Whithread de 1989 (hoy Volvo Ocean Race), una regata de vuelta al mundo por etapas "con fama de dura entre las duras". Se desarrolla a través de los extremos sur del Índico, el Pacífico y el Atlántico, en el "reino del Albatros" (que "tienen cara de viejo"), en el temido océano del Sur, un paraje acuático que hace temblar a los novatos ante el relato escalofriante que de sus condiciones y peligros les cuentan los "abuelos" del barco ("siempre me ha dado mucha más pereza tener que ponerme la ropa que salir a cubierta en el océano del Sur...").

   Las vicisitudes de esta aventura (con "hombre al agua incluido") dan pie a digresiones históricas, como la trágica expedición de Ernest Shakleton quien naufragó y estuvo perdido más de un año, junto a otros 27 hombres, en la península antártica mientras Europa se despedazaba en la I Guerra Mundial.

   La recta final de este libro alucinante la componen un recorrido por el origen e historia de los grandes veleros clippers ("Las catedrales del mar") y su supervivencia contemporánea a través del mundo de la competición ("Competir con el viento"), así como un acercamiento a la sobrecogedora realidad del Cabo de Hornos, el rey de los cabos (ningún otro lugar en el mar ha destrozado tantas quillas, ha segado tantas vidas y ha generado tantas leyendas").

 

   Para realizar este compendio de saber práctico, técnico e histórico y trasladar al papel anécdotas sentidas en propia piel —porque sólo quien ha pasado gran parte de su vida navegando puede hacérselas sentir al lector aunque sean las de ya míticos personajes históricos—, nadie más indicado que Guillermo Altadill. Aunque abra el Prefacio confesando: "A mí no me gustaba el mar. Ni los barcos. Ni navegar...", luego nos aclara que la "pasión" se desató el día que vio una proyección sobre la vuelta al mundo en el Club de navegación al que le llevaba su padre cada sábado. Cuenta que cuando aquélla terminó "ya había tomado una decisión. No tuve  la más mínima duda: a eso me quería dedicar. Abandonaba los estudios". De paradojas y pasiones está la historia de las proezas llena... afortunadamente.

  Este regatista, actual imagen de la marca de calzado náutico Skipper Marine, ha sido declarado mejor navegante español de 2004 y esta posicionado actualmente entre la elite de los más expertos y brillantes timoneles de regatas oceánicas a nivel mundial.

   “Aventureros del Mar”…Las gestas de la navegación a vela, de la primera vuelta al mundo a las grandes regatas. Un libro para vivir lo imprevisible de la vida marinera, proezas marinas históricamente trascendentales como la vuelta al mundo, vida de los lobos de mar o pasajes de las aventuras en el océano sur.

   El próximo 22 de octubre el stand de Skipper Marine en el Salón Náutico de Barcelona recibirá a Guillermo Altadill quien estará autografiando y dedicando su libro a los asistentes.

  

 


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