Para narrar algunos
de los hitos de la navegación a vela vistos desde el prisma de la
experiencia, Editorial Aguilar se une a Guillermo Altadill y Javier
Ortega para presentar su nuevo libro
“Aventureros del Mar”.
Un compendio de saber práctico,
técnico e histórico narrado en cuatro capítulos donde se ven
entrelazados el pasado histórico de la navegación con experiencias
vividas por Altadill a lo largo de su carrera.
“He elegido este modo de narrar
porque considero que el mar y lo que depara a quienes nos adentramos
en él de alguna manera nos hermana por encima del paso del tiempo”
declara Guillermo Altadill al referirse al estilo narrativo utilizado
en el libro.
En esta obra Guillermo
Altadill se une al guionista y escritor de documentales Javier Ortega
para trasladar al papel anécdotas sentidas en propia piel.
"me pareció que ustedes eran
los transgresores del planeta,
los descubridores del mar"
Pablo Neruda
Esta cita del genial chileno encabeza una obra que también es mezcla
de verdad poética y verdad científica e histórica porque consiste en
la narración de algunos de los hitos fundamentales de la navegación a
vela, una de las artes más hermosas y audaces que cabe enmarcar dentro
de la relación fascinante entre el hombre y el mar.
Aventureros del mar
se estructura en cuatro capítulos
temáticos
en los que siempre se van entrelazando pasado histórico y experiencias
vividas por Guillermo Altadill a lo a lo largo de su carrera, quien
apunta: "He elegido este, sólo en apariencia caótico, modo de narrar
porque considero que el mar y lo que depara a quienes nos adentramos
en él de alguna manera nos hermana por encima del paso del tiempo..."
Un glosario de términos
relacionados con la navegación y una práctica bibliografía
culminan el texto.
Abrir los mares
Un inquietante y violento
crack proveniente de la pieza que soporta todos los esfuerzos a los
que está sometido el barco —y cuya rotura significaría el desplome
sobre cubierta del mástil de 42 metros, con sus tres toneladas de
velas y jarcia— escuchado por Guillermo Altadill a bordo del
Cheyenne abre el relato como metáfora de la imprevisibilidad de la
vida marinera ("el mar nos demuestra que, entre sus muchas cualidades,
está la de infalible descubridor de puntos débiles"); pero también de
que nunca se debe abandonar.
("Never, never give up"), si se quiere
batir un récord. En esa máquina ultrasofisticada preparada para volar
sobre los océanos, se había embarcado hacía 50 días, partiendo del
Canal de la Mancha, para batir el récord del mítico Orange que,
patroneado por Bruno Peyron dio la vuelta al mundo sin escalas en 64
días y ocho horas. Cómo salieron de semejante atolladero y los
alucinantes y a menudo lastimosos detalles de la vida a bordo esperan
al lector que se adentre por esta primera parte del libro.
A menudo la narración de esas experiencias límite le
sirven a Guillermo Atadill para enlazar con la narración de algunas de
las proezas históricamente más trascendentales, entre ellas la
primera vuelta al mundo, culminada por Fernando de Magallanes en 1522;
la más grande en un siglo de por sí lleno de fértiles hazañas
marítimas "que sobrepasó en todos los aspectos —moral, intelectual y
físico— a las de Vasco de Gama, Colón o Vespuccio"). Los matices más
prosaicos de esta profesión (como las dificultades para encontrar
financiación, que finalmente le concedió el monarca español), la
configuración de las cuatro naos que le fueron asignadas y sus
tripulaciones, el peligro de toparse con sus antiguos compatriotas
("bastante interesados en colgarle lindamente de una verga"), cómo
logró hábilmente solventar un botín... son sólo el preámbulo de una
aventura fascinante, cuyos pormenores de navegación se cuentan de un
modo comprensible y atractivo hasta para el lector "de secano". Y al
hilo de lo fundamental, el autor inserta a lo largo del libro
digresiones muy interesantes sobre diferentes aspectos de la vida
en el mar (por ejemplo, la historia abreviada del terrible
escorbuto, azote histórico de la marinería, incluidas las propiedades
vitamínicas de la carne de rata para prevenirlo).
El capítulo se completa con una
exposición de la importancia del aparato técnico en la navegación
de todos los tiempos ("Astrolabios y ordenadores").
Los marinos sabios
El capítulo comienza con la explicación del nuevo contexto de la
navegación desde el siglo xvi
(que abre un periodo de extraordinario desarrollo para la marina):
Tras el Descubrimiento de América y la apertura de la ruta del Este
doblando por el cabo de Buena Esperanza, se dirime el todo en los
siglos posteriores, como resumió el corsario inglés Walter Raleigh:
"El que domina el mar domina el comercio mundial; el que domina el
comercio mundial domina las riquezas del mundo". Docenas de
expediciones marítimas parten en busca de comercio, botines y
conocimientos científicos, dirigidas por avezados e intrépidos
marinos. Se acaba estableciendo un modelo "un tanto peculiar y
violento de distribución de la nueva
abundancia: españoles y portugueses
explotaban las riquezas de las tierras recién descubiertas, mientras
que franceses e ingleses, sobre todo, se dedicaban a 'explotar' los
barcos en los que esas riqueza viajaban a Europa" (de hecho desde el
s. xvi se reglamentó la 'escolta' a los barcos de la Armada Real
que viajaban a América).
En este capítulo también se narra la historia de
algunos de estos "marinos sabios", de tan distinta ralea y motivación:
aventureros, vividores, patriotas y gente con una infinita sed de
conocimiento o de gloria; son los protagonistas de la navegación,
cuyas hazañas a menudo fueron motivadas por "Una cuestión personal".
Tal es el caso de Francis Drake (Francisco Dráquez), para los
españoles pesadilla de los mares, corsario despiadado, fundador del
comercio de esclavos; para los ingleses héroe sin parangón (a quien
Isabel I concedió el título de Sir), "inspirado" por un odio infinito
a nuestro país. Al hilo de su historia el autor repasa la de la
navegación española durante el Imperio "donde no se ponía el Sol" de
un Felipe II que, obviamente aborrecía a Drake y que cedería su poder
en los siglos siguientes a Inglaterra (aupada por la Navigation Act en
el comercio y la Royal Navy en la guerra). La supremacía inglesa a
partir del siglo xvii fue
acompañada de una serie de grandes descubrimientos (Robert Hooke con
la Royal Soc.), de un enorme desarrollo de la construcción naval (la
era del galeón y de las grandes escudras) y, fundamentalmente en el
siglo xviii, un avance
científico sin precedentes.
Otra vida históricamente trascendental
es la de James Cook, a quien el autor denomina como "el
descubridor negativo", pues el gobierno inglés le encargó que
dirigiera una expedición (a bordo del navío carbonero Endeavour
y con poquísimos medios técnicos) que, bajo el pretexto de hacer
observaciones astronómicas, se dedicara verdaderamente a buscar la
famosa Terra Incógnita, que a los gobernantes les "hacía salivar ante
las posibilidades políticas y económicas que podía ofrecer a una
pujante potencia mundial". Pero como cuenta el autor "Lograr el éxito
en un descubrimiento negativo, es decir, probar que algo no existe, es
mucho más arduo y agotador que triunfar buscando un objetivo
conocido". A lo largo de sus viajes Cook circunnavegó el planeta y,
además de casi descubrir el continente antártico y de dejarse la piel
en la búsqueda del paso del Noroeste, recolectó una ingente cantidad
de muestras y datos geográficos y científicos para mayor desarrollo y
gloria de su Inglaterra, que lo honró y condecoró antes de que fuera
asesinado y descuartizado por una estúpida reyerta en Hawai.
Tampoco tiene desperdicio la vida del oficial de la
Marina Real española Alejandro Malaspina
quien, apoyado por Carlos III ofreció a su gobierno un "increíble
cúmulo de nuevos conocimientos en las más diversas ramas de la
ciencia". Las circunstancias lo convirtieron en el chivo expiatorio de
la España absolutista: fue pagado con la cárcel y el exilio. Su
historia permite que el lector conozca la de nuestro país por esas
infaustas fechas.
Lobos de mar
Acompañando en su
cotidianidad a un supuesto Pedro, Peter o Pierre (albañil o
carpintero, es decir, ignorante de la mar o halacabuya) que se
hubiera enrolado de forma casual, a lo largo de este capítulo
conocemos la vida "real" y tremendamente dura de la navegación en
siglo xviii. La vida de
los humildes de a bordo en las cubiertas inferiores en condiciones
sanitarias infrahumanas (tifus, paludismo, ratas, raciones miserables
y putrefactas) la dureza de los trabajos y la jerarquía inamovible y
clasista presidida por la figura plenipotenciaria del capitán
(castigos físicos, latigazos, humillaciones, la horca); el horror del
'zafarrancho de combate'.
Se nos cuenta también en este entretenidísimo capítulo
la evolución del galeote hacia el navío y el navío de línea (la
táctica más empleada en combate en esta era de la guerra a vela) a lo
largo de los siglos xvi y
xvii ("Las fortalezas del
mar") y la irrupción y posterior desarrollo de la fragata, así como
la vida de uno de los marinos más extraordinarios del siglo XVIII,
Thomas Cochrane, a bordo de su humilde pero legendario
bergantín, el Speady, o la no menos fascinante historia de
María la gorda, quien fue abandonada en un rincón de Cuba en plena
edad de oro de la piratería en América y que, llena de redaños e
inteligencia, convirtió ese inhóspito lugar en refugio dionisiaco de
filibusteros, bucaneros y corsarios de toda ralea (de muchos piratas
se nos da noticia en esta parte del libro; destacan Jean Fleury y
François Le Clerc, alias Pata de Palo).
El océano del Sur
La última parte de Aventureros en el mar comienza con las
aventuras del Fortuna extralights en la competición
Whithread
de 1989 (hoy Volvo Ocean Race), una regata de
vuelta al mundo por etapas "con fama de dura entre las duras". Se
desarrolla a través de los extremos sur del Índico, el Pacífico y el
Atlántico, en el "reino del Albatros" (que "tienen cara de viejo"), en
el temido océano del Sur, un paraje acuático que hace temblar a
los novatos ante el relato escalofriante que de sus condiciones y
peligros les
cuentan los "abuelos" del barco
("siempre me ha dado mucha más pereza tener que ponerme la ropa que
salir a cubierta en el océano del Sur...").
Las vicisitudes de esta aventura (con
"hombre al agua incluido") dan pie a digresiones históricas, como
la trágica expedición de Ernest Shakleton quien naufragó y estuvo
perdido más de un año, junto a otros 27 hombres, en la península
antártica mientras Europa se despedazaba en la I Guerra Mundial.
La recta final de este libro alucinante
la componen un recorrido por el origen e historia de los grandes
veleros clippers ("Las catedrales del mar") y su
supervivencia contemporánea a través del mundo de la competición
("Competir con el viento"), así como un acercamiento a la
sobrecogedora realidad del Cabo de Hornos, el rey de los cabos
(ningún otro lugar en el mar ha destrozado tantas quillas, ha segado
tantas vidas y ha generado tantas leyendas").
Para realizar este compendio de saber
práctico, técnico e histórico y trasladar al papel anécdotas sentidas
en propia piel —porque sólo quien ha pasado gran parte de su vida
navegando puede hacérselas sentir al lector aunque sean las de ya
míticos personajes históricos—, nadie más indicado que Guillermo
Altadill. Aunque abra el Prefacio confesando: "A mí no me gustaba el
mar. Ni los barcos. Ni navegar...", luego nos aclara que la "pasión"
se desató el día que vio una proyección sobre la vuelta al mundo en el
Club de navegación al que le llevaba su padre cada sábado. Cuenta que
cuando aquélla terminó "ya había tomado una decisión. No tuve la más
mínima duda: a eso me quería dedicar. Abandonaba los estudios". De
paradojas y pasiones está la historia de las proezas llena...
afortunadamente.
Este regatista, actual imagen de
la marca de calzado náutico Skipper Marine, ha sido declarado mejor
navegante español de 2004 y esta posicionado actualmente entre la
elite de los más expertos y brillantes timoneles de regatas oceánicas
a nivel mundial.
“Aventureros del Mar”…Las
gestas de la navegación a vela, de la primera vuelta al mundo a las
grandes regatas. Un libro para vivir lo imprevisible de la vida
marinera, proezas marinas históricamente trascendentales como la
vuelta al mundo, vida de los lobos de mar o pasajes de las aventuras
en el océano sur.
El próximo 22 de octubre el
stand de Skipper Marine en el Salón Náutico de Barcelona
recibirá a Guillermo Altadill quien estará autografiando y dedicando
su libro a los asistentes.
© Copyright 2004. Fondear, S.L.