La ría de Ferrol es
uno de los puertos naturales más seguros de las cosas gallegas.
Su cómodo braceaje y buen tenedero así como la protección que
le brinda la estrechez de su entrada (0,2m de ancho en su parte
más angosta), vencida la cual se entra en un espacioso puerto, ha
contribuido a que Ferrol fuera punto de arribe obligado.
La entrada no ofrece
complicaciones siempre y cuando se siga el canal balizado (de unos
160m de anchura y no menos de 12m de calado) hasta haber rebasado
el castillo de San Felipe y el castillo de la Palma. Tras este
último, iremos dejando atrás por el costado de estribor la
conocida como ensenada del Baño y el pequeño puerto pesquero de
Mugardos, momento a partir del cual arrumbaremos al 060º en
dirección al muelle espigón que protege la dársena de
Curuxeiras, donde se encuentra el C.N. de Ferrol.
Gran parte del
puerto está reservado a actividades militares, entre sus
instalaciones cuenta con un Museo Naval de interesantes
colecciones de navíos a escala y la Biblioteca de la Zona
Marítima del Cantábrico.
El Barrio de la
Madalena nos habla del resurgimiento de esta ciudad en el siglo
XVIII. La bocana de la ría de Ferrol se estrecha de una manera
especial y en ese mismo punto dos fortalezas la hicieron
inexpugnable. Al norte el Castillo de San Felipe, en la actualidad
visitable. Al sur, el Castillo de la Palma, que próximamente se
destinará a servicios hoteleros.
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