Goletas en Turquía: 3
Itinerario Alternativos
por Antonio Perea
Si hay un viaje que todo amante de la navegación no debería
dejar de realizar en algún momento de su vida es a Turquía, uno
de los más bellos enclaves de nuestro mar Mediterráneo.
Navegando a lo largo de sus costas espectaculares no sólo
disfrutaremos de impresionantes paisajes y fondeaderos
inolvidables, si no que al mismo tiempo nos podremos sentir
inmersos en algunos de los más importantes escenarios de la
historia de occidente, en donde confluyen las culturas hitita,
persa, griega, romana, bizantina y finalmente otomana.
Bodrum,
la mítica Halicarnaso de la antigúuedad, situada en una península
frente a la isla griega de Kos, es un buen punto de partida para
navegar por la llamada “Riviera Turca”, ya que mezcla su riqueza histórica y artística
con su ambiente nocturno, bohemio y vanguardista.
El castillo de
San Pedro, obra maestra de la arquitectura medieval, se eleva
sobre el puerto protegiendo las casas blancas mediterráneas,
habitadas recientemente por buceadores de esponjas. Fue
construido en el siglo XV por los Caballeros de la Orden de
Malta y alberga en la actualidad un interesante museo de
arqueología submarina.
Al pie del castillo se encuentran los
escasos vestigios del Mausoleo de Halicarnaso, erigido en honor
del sátrapa Mausolo en el siglo IV a.c., una de las siete
maravillas del mundo antiguo.
Desde
Bodrum
se pueden iniciar tres interesantísimos itinerarios de navegación
en los que se pueden combinar los yacimientos arqueológicos
griegos (Priene, Mileto, Didyma, Lindos y Cnido) con los romanos
(Efeso, Pátara, Xanthos, Myra y Kos), las ciudades cosmopolitas
(Kusadasi, Rodas y Kas), con los paisajes y calas singulares (Datca,
Fethiye y Kekova), sin olvidar los castillos de la Orden de
Malta (Rodas). Incluso se puede observar el emplazamiento de
otras dos grandes maravillas de la antigüedad: el templo de
Diana de Efeso y el Coloso de Rodas.
El
primer itinerario
tiene un carácter predominantemente arqueológico, ya que permite visitar cuatro yacimientos de enorme
trascendencia.
La ruta sugerida es Bodrum - Altinkum - Kusadasi.
Se rodea la península de Bodrum
en dirección norte para tomar la Bahía
de Gulluk hasta Altinkum
(arena de oro), una de las playas más bellas de Turquía, lo que
supone unas 36 millas.
A
4 km hacia el interior de esta playa se encuentran las inmensas
columnas del templo de Apolo en Didyma,
que acogía en otros tiempos un oráculo tan famoso como el de
Delfos. Se conservan en excelente estado dos relieves con
cabezas de Medusa que adornaban el friso. A 18 km por tierra
aparece Mileto, cuna de Tales, cuyo pasado se adivina por su
magnífico teatro griego y por las termas de Faustina, ya
romanas.
Navegando
hacia el norte se pasa entre la isla griega de Samos
y el Parque
Nacional de Dilek, en el que se halla una reserva zoológica
de osos y linces, así como focas y tortugas en la costa. Se
entre así en la Bahía
de Kusadasi, en cuyo centro se encuentra la ciudad del
mismo nombre, a unas 50 millas de Altinkum. Kusadasi, la isla de
los pájaros, típica población costera con buenos
restaurantes, discotecas y tiendas de alfombras y cuero, unto a
playas con aguas cristalinas.
A 20 km, Efeso,
quizá la ciudad mejor conservada de la antigüedad. La calzada
de mármol, las termas, el gimnasio, el teatro, el odeón, las
casas romanas, el burdel, el ágora, el estadio, las fuentes y
los templos, permanecen erguidos tras casi veinte siglos. La
biblioteca de Celso, la puerta de Mitridates, el templo de
Adriano y las casas del monte Coressos destacan sobre la
impresionante magnitud de todas las ruinas. A 36 km. De Kusadasi
hacia el sur está Priene,
ciudad jónica, dónde se puede admirar, además de uno de los
mejores senados de época helenística, el modelo de urbanismo de
la época.
La
segunda alternativa
es más variada, combinando paisajes
y ruinas. Saliendo de Bodrum
hacia el sur se halla la isla griega de Kos
a unas 11 millas. La entrada del puerto está custodiada por un
castillo medieval construido por los Caballeros de Rodas. Desde
la antigua ciudad romana se goza de una panorámica excelente.
Siguiendo hacia el sur y atravesando el Golfo
de Gokova, a 18 millas se encuentra Cnido,
otra ciudad helenística, ya en Turquía. Muy cerca del puerto
hay una escalinata que asciende al templo de Afrodita.
Sin
perder de vista la alargada Península
de Resadiye, en la que se suceden inmensos acantilados
con limpias calas de arena y aguas cristalinas, se llega al
pintoresco puerto de Datca,
a unas 20 millas.
Rumbo
hacia el sureste se llega, tras navegar unas 32 millas, a Rodas,
la más grande de las islas del Dodecaneso griego. Su capital
desborda ambiente animado a todas horas. La ciudad amurallada,
minuciosamente restaurada, está atravesada por la calle de los
Caballeros, salpicada de palacios medievales. Las mezquitas del
barrio turco y las ruinas de templos griegos completan un
panorama de contrastes. Costeando la isla hacia el sur se
divisan las casas encaladas de Lindos,
a unas 22 millas. Desde el templo de Atenea Lindia, en la acrópolis,
se disfruta de una de las más conocidas estampas de Grecia.
La
tercera alternativa,
cuya primera parada es Fethiye,
se puede plantear también como una extensión de la segunda
ruta, ya que hay tan solo 45 millas desde Rodas hasta Fethiye.
En un lado de un gran acantilado se conserva una tumba licia
excavada en la roca con forma de templo griego. A 16 millas está
enclavado el mar muerto de Ölü
Deniz, un lago interior separado del mar por un banco de
arena. Hasta Pátara
hay unas 24 millas. En Pátara el paso del tiempo ha
transformado su teatro romano en uno de los más singulares del
mundo, ya que está cubierto por la arena de la extensa playa
que lo rodea.
A
Kalkan
hay unas 6 millas más, lugar desde donde se puede abordar Xanthos,
la principal ciudad licia, 18 km al interior. Siguiendo la
costa, a unas 16 millas se encuentra Kas.
Bello y animado centro turístico, cuenta con una necrópolis
licia, un teatro helenístico que se puede ver desde el mar y
una atractiva gruta azul. 15 millas más hacia el este se
encuentra la isla de Kekova,
cuyas clarísimas aguas turquesas dejan entrever las ruinas
sumergidas y a 6 millas más está Demre
y las tumbas rupestres licias de Myra,
esculpidas imitando la estructura de sus viviendas.
Si
hubiera que elegir un país que resumiera la historia de la
civilización occidental, Turquía sería uno de los mejores
candidatos. Tierra de transición entre Europa y Asia, entre
cristianismo e islamismo, entre oriente y occidente, Turquía
conserva aún restos de casi todas las grandes culturas de los
últimos cuatro milenios.
Cualquiera
que sea el itinerario escogido, el contraste entre pasado y
presente, cultura y naturaleza, junto a unas condiciones de
navegación con frecuencia excepcionales y a la tradicional
hospitalidad turca, conseguirán que mucho tiempo después de
haber regresado sigamos recordando uno de nuestros mejores
viajes en barco: el de Turquía.
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